De mayor quiero ser como tú

     Han pasado 23 años desde que me adentré en el intenso y maravillosos mundo de la Maternidad. Soy de las madres que piensan que no es una tarea fácil pero sí muy gratificante. Viéndolo desde un punto de vista laboral, sería comparable a cualquier otro trabajo sólo que el salario es sustituido por abrazos, besos, risas... y también llantos y quebraderos de cabeza, por supuesto.

    En mi camino hacía el "Conocimiento de la Maternidad" (a lo que he denominado "MITROTITASOFÍA") me fueron encomendadas tres almas. Tres almas a las que he podido guiar por un sendero lleno de comprensión, justicia, equilibrio, empatía, solidaridad, sinceridad... Pero, sobre todo, un sendero lleno de amor incondicional.

    He sido nómada teniendo que vivir gran parte de mi vida lejos de abuelos, tíos, primos... Personas que son muy importantes en sus vidas pero que no han influido en su educación. Lo que supone, para bien o para mal, que soy culpable de todo lo bueno o malo que puedan ser como almas de este mundo.

El conocimiento de diferentes culturas ha sido importante para mostrarles, siempre que sea para bien, que se puede nadar contracorriente; que tenemos que ser fieles a nuestros principios morales y que somos afortunados por los oportunidades que nos ha dado la vida.

    No soy perfecta, ni es esa mi intención; la perfección no existe, o sí, pero en ese caso sería relativa. Me he equivocado muchas veces pero he aprendido de los errores y de la observación de la sabia inocencia de los primeros años de vida de mis tres almas. Aún, a día de hoy, me sigo equivocando y ellos siguen ahí, ayudándome a ser mejor y a aumentar mis conocimientos.

    Como todo en la vida, este camino también está lleno de recompensas. He recibido reconocimientos por mi trabajo de la mano de profesionales como: diplomáticos, profesores, abuelos, madres, PADRE ("Estoy orgulloso de como has educado a nuestros hijos")... y todos ellos me han hecho sentir que merecieron la pena todas aquellas noches sin dormir, aquellos días sin comer con calma, aquellos viajes al hospital por típicas emergencias infantiles, aquellas noticias que, con el corazón roto, tienes que dar a seres tan inocentes... Todos aquellos momentos merecieron la pena.

El pasado fin de semana recogí el último reconocimiento que me ha sido concedido por dos almas, Joy y Happy, a las que admiro y de las que no pensé que recibiría tan grandísimo premio. Fue un honor recibir desde lo más profundo de sus corazones las palabras: "DE MAYOR QUIERO SER COMO TÚ". Fue tan grande la emoción que sentí que las únicas palabras que pude pronunciar fueron: "¿POR QUÉ?" A lo que respondieron: "Porque queremos que nuestros hijos tengan una madre como tú".




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